3.14 El intercambio

Cuando todos se sentaron y yo terminé de tranquilizarme el abuelo pasó a explicar en qué consistía lo que Jacob pretendía hacer.
-Nessie- se dirigió a mi para calmarme- La sangre de Jacob ha ido consiguiendo que tu corazón resista la carga de tu cuerpo, se puede decir que su poder lo ha ayudado a latir, sin embargo al estar tan débil un poco de su sangre ya no basta para seguir cumpliendo esta función, no volverá a surtir efecto.
Jake me miró ansioso.
-¿Y cómo queréis solucionarlo exactamente?
-Si tu cuerpo posee la sangre del de Jacob, la de un ser con un pulso tan poderoso, y esta no se ve mezclada con la tuya, que ya es practicamente inservible, estoy seguro de que la sangre conseguirá transformar tu corazón en un órgano extremadamente potente, que conseguirá sin problema alguno funcionar pase lo que pase.
-Entonces- reflexioné un momento sobre sus palabras- Pretendes introducir su sangre en mi cuerpo mientras drenáis la mía hasta que no quede una gota.
-Así es- asintió.
Miré a papá y mamá, que parecía completamente esperanzada ante la noticia.
-Pero... un momento, eso está muy bien para mi. ¿Qué pasa con Jacob? Es un licántropo, necesita un órgano poderoso, una sangre distinta a la suya no conseguirá tolerar sus mutaciones.
-Nessie- comenzó a hablar él, pero le silencié con la mano, invitando a hablar al abuelo.
-Jacob ha sido durante muchos años un humano, y resistió el cambio a lobo, podrá hacerlo a la inversa.
¿Qué querían decir? Iban a transformar a Jake en una persona normal? ¡Era el lider de la manada! Eran su familia, y él adoraba la libertad que suponía ser un licántropo, era toda su vida...
-Pero él... podrá ser como hasta ahora de nuevo, ¿Verdad?
Todos quedaron en silencio, evitando la respuesta.
-Cariño- me besó en los labios durante un segundo- No me importa ser humano o lobo mientras tú estés a mi lado.
-¡Pero esto es lo que tú eres!
El abuelo se levantó para estar más cerca de nosotros.
-No es completamente imposible que vuelva a ser un licántropo, como ya he dicho el corazón de Jake es extremadamente poderoso, puede pasar cualquier cosa.
Medité durante unos segundo, aquello no me convencía nada, estaba segura de que los riesgos de Jake serían muy altos si todo su cuerpo poseía sangre humana.
-¿Hay algún otro punto del que me deba enterar?
-Pues...
-Carlisle- susurró Jacob sin dejar de mirarme- No hay ningún riesgo más.
-¿Para tí también será una exsanguinotransfusión normal?- pregunté sabiendo la respuesta.
-No... exactamente.
-Decidme toda la verdad, por favor. Merezco saberlo.
Me apretó la mano y dejó continuar al abuelo.
-El pulso de los licántropos es muy alto, y su sangre muta y se mezcla con una facilidad pasmante. No podemos correr el riesgo de inyectarte su sangre mezclada con la humana, perdería gran parte de su fuerza.
-¿Entonces lo que vas a hacer es...?
-Vaciarle hasta el extremo en que su cuerpo no responda... y a partir de ahí empezar con sus transfusiones, mientras menos sangre adulterada tengas en tu organismo más posibilidades tienes de sobrevivir.
-¡Pero más tendrá él de morir!- grité sin poder moverme- ¡Puede morir! Tiene muchas posibilidades.
-Estará muy vigilado, nos aseguraremos de no llevarle a el punto de no retorno.
-Aun así no tendréis la seguridad de que consiga salir de esta.
-Renesmee, en estos temas nada puede darse por seguro, y menos en criaturas como nosotros, lo que estamos a punto de hacer, el modo en que vamos a practicarlo... nunca nadie había hecho tal cosa. Estamos en terreno desconocido.

Durante unos segundos todos reflexionamos. Bajo ninguna circunstancia dejaría que Jake se sacrificara, la cuestión no era dar una vida por otra, si no salvar ambas.
-No podéis hacer esto si yo no quiero.
-Si podemos- me contradijo mi marido- Lo haré quieras o no. Tú decides si me pones las cosas fáciles o difíciles.

Empecé a sollozar de nuevo, consciente de que no podía escapar a la decisión que todos habían tomado. Sabiendo que iba a matar a la persona que movía mi mundo.
-Jake...- le llamé con mis manos para que me abrazara- No quiero separarme de ti tan pronto. Aún nos queda mucho por vivir.
-Y lo viviremos, lo prometo.

Aunque yo aun no había dado mi visto bueno el abuelo y mis padres decidieron comenzar a planear la intervención y reunir el instrumental necesario. Una vez se hubieron despedido de nosotros Jake me cogió en brazos para llevarme al dormitorio. Era precioso, con un gran ventanal a través del cual se apreciaba el bosque.
Me depositó en el lado derecho de la cama, y se tendió a mi lado.
-¿Cuándo me obligaréis a hacerlo?- musité sin mirarle.
Jake se pegó a mi espalda, abrazándome por detrás.
-Le dije a Carlisle que quería pasar esta noche contigo...
-¿Y los invitados? Nos estarán esperando.
Me hizo cosquillas en la nunca con la nariz, como si algo pudiera apaciguar la ira que sentía hacia la decisión tomada sin mi consentimiento.
-No pienses en ellos. Saben que te encuentras indispuesta, todos lo han entendido, han seguido la fiesta sin nosotros.
-Bien, supongo que siendo un lastre tampoco podía disfrutar mucho lo que quedaba de día.
-Yo...-suspiró y el vello de mi espalda se puso de punta- Siento no poder darte una luna de miel.
-No es eso lo que quiero... no deseo una luna de miel perfecta, deseo pasar el tiempo que me queda contigo. Si esperamos a mi próximo ataque quizás tengamos tres o cuatro días... pero arriesgándonos mañana esta será nuestra última noche juntos y...
-Shhh- me dió un beso en la oreja antes de susurrarme- Siempre voy a estar contigo, y sé que voy a salir de esta, porque todo mi cuerpo lo pide a gritos, no me separaré de ti, Nessie, mi amor es más fuerte que la muerte, y por eso no tengo miedo.
Me dió la vuelta para quedar junto a él y nos besamos con una intensidad distinta a las demás, me ayudó a quitarle la corbata y la camisa sin dejar de mirarme, dejándo que le acariciara el pelo como había hecho desde la primera vez que le vi. No había cambiado.

A pesar de que acababa de nacer pondría la mano en el fuego jurando que recordaba perfectamente la primera vez que había visto esos oscuros ojos observándome con devoción,aquellos enormes brazos protegiéndome de todo lo que podía dañarme.

Y aquí seguíamos... él salvando mi vida a toda costa, mirándome como si no hubiera pasado un solo minuto, como si fuera la joya más preciada de cuantas existían. Poco a poco fue liberándome del vestido, desabrochándo los pequeños botones con cuidado y tirándo de él hacia abajo.

Cuando nuestros cuerpos se tocaron libres de barreras sentí que estaba en el paraiso. Ambos olvidamos el pasado y el futuro, nos limitamos a sentir el calor del otro y a leer las emociones que cruzaban nuestras mentes.
-¿Cómo te sientes siendo Nessie Black?
Sonreí instintivamente al escuchar mi nuevo nombre.
-Me encanta esa palabra... repítela mil veces.
Jake me comenzó besándome la frente.
-Eres Nessie Black...- pasó a besar mi nariz- mi esposa...- dirigió sus labios a mi barbilla- el amor de mi vida.
Miles de escalofríos recorrían mi cuerpo al compás de su voz, dirigí mis manos por debajo de su hombligo.
-Te quiero...
-Ey...- me paró- tienes que descansar, mañana va a ser un día muy largo.
-Pero esta es nuestra última...
-Nuestra última nada. Mañana es el principio, no el final.
-Está bien- cerré los ojos, a pesar del cansancio tenía un miedo terrible a quedarme dormida y despertar atada a una camilla. Tenía que aprovechar los minutos...
Jacob me acarició el cuello y el pecho con suavidad, susurrándome lo mucho que me amaba, besándo cada recoveco de mi rostro, cada uno de mis dedos, mis lunares, mis pecas...
Poco a poco comencé a desconectar del mundo, centrándome en mis sentidos, y en los labios de Jake recorriendo mi cuerpo...

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El frío de la noche me despertó, busqué a mi izquierda pero estaba sola en la habitación.
-¿¡Jacob!?- intenté levantarme antes de recordar que no podía.

No estaba lejos, aún le sentía cerca de mi, muy cerca. Miré hacia atrás y centré la vista en la ventana, oteando la espesura del bosque. No tardé mucho en reconocer su pelaje, estaba a unos cuantos metros, sentado en forma de lobo, mirándo la luna llena.

Pude notar su miedo en mi mente, su amargura. Pensaba en cuánto echaría de menos al lobo que llevaba dentro, al que yo le iba a quitar.

Se levantó de un brinco y echó a correr hacia el río, sintiendo el viento en su cuerpo, disfrutando su última noche, alejándose de mi.