3.16 Débil y poderosa

Jacob...

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Aquel cuerpo no era mi cuerpo, lo sentía tan pesado...
¿Estaba la luz encendida? Había demasiada luz, una luz tan brillante como jamás la había visto. Pero me gustaba.

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La luz entraba por mi piel y fortalecía mis musculos, calentaba mi alma. ¿Dónde estaba?
Quizás era el cielo, quizás esa luz era hacia la que debía caminar, pero ya estaba sumergida en ella...
Así que Jake debía estar esperandome, aquello era el cielo.

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Jacob...

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Nada, vacío. Solo estabamos la luz y yo. Sonreí. Eso quería decir que Jake estaba bien, que estaba vivo.
Intenté caminar, pero como siempre mis piernas no respondían a las ordenes de mi mente.

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-Nessie...
Una voz aguda y melódica me llamaba. Su timbre hizo que sonriera y quisiera abrir los ojos, pero todo era tan difícil...
-Déjala descansar, ha sido un día muy largo.
¿Descansar? No se descansaba en el cielo.

Moví los dedos de la mano y me sentí torpe, daba la impresión de que pesaran al menos un kilo.
-¿Qué tal está él?
-Ha sido muy peligoso, aun no podemos estar seguros. Quizás esperamos demasiado.
Jake, hablaban de Jake. ¿Cómo que habían esperado demasiado? ¿Era lo único que iban a decir?

Tenia que recuperarse, tenía que seguir viviendo. Debía saber algo más. Si solo pudiera...
-Hmm
-Jacob se está recuperando, cariño.
Sonreí. Se recuperaba. Sí, él iba a seguir aqui, conmigo. Ambos estábamos a salvo.
-Edward, Bella, deberiais ir a verle, nosotros nos quedaremos con ella.
-Carlisle ya está vigilandole, si hay cambios nos avisará.
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Empecé a sentir aquello que me rodeaba. Una cama mullida bajo mi cuerpo, la ventana por donde pasaba la luz, la mano de papá sobre la mía. Mamá acariando mi pelo. Rosalie estirando la ropa que llevaba con Emmet a su lado. Y... había alguien más en la habitación, dos personas más.
-Está despertando- informó papá- acercate para que te vea.
Unos ligeros y graciles pasos se acercaron a mi. Los reconocía, pero no podía ser...
-Nessie...- era ella.

Comencé a despegar los párpados de mis ojos para ver aquello que parecía imposible.
-Con tranquilidad...-papá se alejó un poco para cederle paso.
-Preciosa, he vuelto.
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Al fin lo conseguí, abri los ojos y su pequeño rostro me dio la bienvenida con un abrazo.
-¡Alice!- le devolví el abrazo con fuerza- ¿Cómo has vuelto?
Jasper se acercó por detrás de ella y me rodeó también. Su cara expresaba una enorme culpabilidad.
-Siento no haber estado contigo- Jasper jamás se había mostrado tan cercano a mi- No podía estar tan lejos de Alice, no podía irme de Volterra...
Intenté tranquilizarle.
-Te entiendo... yo habría hecho exactamente lo mismo.

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Todos se apartaron para dejarme un poco de espacio y comprobar mi estado. Me incorporé facilmente hasta sentarme y noté que los músculos que antes había notado extremadamente pesados ahora podía moverlos como plumas. Me sentía inmensamente poderosa. Miré a Alice y Jasper sin poder creerlo.
-¿No se suponía que no podías viajar sin los Vulturis? ¿Están aquí?
-No- su sonrisa seguía siendo la misma de siempre- Por lo visto un chico con poderes más interesantes que los míos propuso un intercambio al que no pudieron negarse.
Pensé en Nahuel, así que allí era donde se había dirigido, a devolvernos a Alice. Deseé tenerle cerca para decirle lo agradecida que estaba por todo lo que había hecho y había intentado hacer. Sin duda era mejor persona de lo que creía.
-¿Cuándo llegaste?
-Estaban terminando la exsanguinotransfusión y por poco me da algo al ver tanta sangre y a ti tendida... crei que te perdía.
No me soltó de la mano ni un momento. Cuánto de menos había echado a nuestra pequeña bailarina.
-¿Te lo hicieron pasar muy mal?
Sacudió la cabeza quitandole importancia.
-Tienen una forma de vivir muy diferente y la verdad es que no me gustó nada el tiempo que pasé con ellos. Cuando llegó Nahuel y supe que volvería fue uno de los mejores momentos de mi vida. Os echaba tanto de menos... y no saber qué estaba pasando me mataba- sonrió- aunque bueno, he mejorado mis habilidades, cosa que no sirve de mucho teniéndote delante. Estoy enfadada por no haber podido organizar tu boda, pero la Luna de miel no me la quita nadie.
Pensé de nuevo en Jake, debía verle, tenía que asegurarme de que iba a salir de esta.
-Se lo llevaron a La Push- me informó papá- sus hermanas y la manada querían tenerle cerca, por si...
-¿Y quién cuida de él?
-Carlisle y Esme están alli desde entonces, tú ya estabas fuera de peligro y querían seguirle de cerca.
-Pero se recuperará, ¿Verdad?
-Esperamos que sí- mamá no paraba de acariciarme el pelo mientras papá la cogía de los hombros- Es muy fuerte, y lo sabes.

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Me levanté de la cama sin esperar más explicaciones y me puse los zapatos que habían dejado frente a ella. Todo resultaba tan extremadamente fácil ahora...
-Voy a ir a verle.
Me miré un segundo al espejo comprobando que todo en mi estaba en orden, seguía como siempre, aunque abría jurado que un gigante iba a saludarme al otro lado del espejo.
-Está bien- Rosalie se acercó a mi para arreglarme el vestido que Alice me había colocado- Están en su casa.
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Me despedí de todos con un abrazo y salí disparada de la casa. Ya en el exterior me di cuenta de hasta dónde llegaba mi cambio. Era verdad que el sol brillaba mucho más que de costumbre, ya de por si era un día demasiado cálido para el pueblo donde nos encontrabamos, pero mis sentidos cogían esa energía y la multiplicaban por diez, alimentándose de ella y dandome aun más poder.

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Empecé a andar despacio, escuchando hasta el mínimo crujido de las hojas; esta era seca, la siguiente había caido hacía unas tres horas, un pequeño insecto estaba posado en la que le seguía... Los árboles parecían hablarme, los troncos se balanceaban contando su historia y las ramas más altas me informaban de hacia dónde se dirigía el viento, con la intensidad y trayectoria exactas.

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Aceleré el paso sin llegar a correr, y aun así fui a una velocidad superior a cualquiera que un ser vivo pudiera alcanzar con sus fuerzas al límite. Mi piel empezó a brillar pidiendo más velocidad, pero tenía que controlarme si no quería sobrepasar La Push.
Noté cómo los animales se acercaban a recibirme, si temer nada de mi, como si yo no fuera una cazadora. Me querían, me respetaban. Si hubiera querido estaba segura de que habría podido volar. Mis piernas eran tan fuertes, tan independientes, que no necesitaba más que rozar el suelo para dar el siguiente paso.

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Yo ya no era un híbrido corriente, me sentía una evolución de mi misma, una evolución de cualquier animal. Tenía un poder enorme concentrado en mi interior, deseando ser liberado.

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Mi mente se centró en Jacob cuando su casa quedó a la vista y me percaté algo que hizo que todas mis emociones se encogieran creando una barrera alrededor de mi corazón. No le percibía, no leía sus sentimientos ni sensaciones, era como si aquella casa estuviera vacía de su esencia. La conexión había desaparecido... lo que quería decir que también había desaparecido él.
Corrí y sin darme cuenta choqué contra su puerta en menos de medio segundo, la cual calló contra el suelo de la entrada con un golpe seco.
-¡Jacob!
No hubo respuesta, empecé a andar hacia la habitación muy despacio, controlando los metros que recorría con cada zancada, intentado decelerar mis pulsaciones.
Debía estar bien, ¿Pero por qué no le percibía? Tenía que recuperarse...
Llegué a la puerta de su cuarto y empecé a empujarla con un sólo dedo, temiéndo ver lo que me esperaba al otro lado.

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Mi marido estaba en la cama, con los ojos cerrados, su piel había aclarado y los músculos habían disminuido su tamaño, su pelo ya no era brillante y no despedía aura mágica alguna.

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Su cuerpo descansaba en la enorme cama como un peso muerto, ya no notaba ese olor a madera y naturaleza, su rostro no mostraba fuerza, poder o seguridad, y su respiración era torpe y acelerada.

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Jacob seguía vivo, seguía siendo él. Pero no era un hombre lobo. Nada en él era distinto a un ser humano normal.